miércoles, 20 de diciembre de 2023

Felicitación Navideña 2024

 



Vicente Navarro Serra




Cuartel General de La Armada


Capítulo de Nobles Caballeros y Damas de Isabel la Católica


Augusto Ferrer Dalmau



Antigüedades Sala


GRUEMA Base Aérea de Matacán Salamanca



Sala Histórica de la Guardia Real


Ala 12 (Base Aérea de Torrejón)


Rojrod_Militaria


viernes, 15 de diciembre de 2023

"El Sable desde la Antigüedad hasta el Renacimiento"

 El Sable desde la Antigüedad hasta el Renacimiento

(Publicado en el catálogo de la Exposición "Sables del Museo del Ejército" en 2005)

"Dentro del amplio abanico que, en cuanto a tipologías morfo-estilísticas encontramos en la gran familia de las armas blancas, en la cual la espada representa el papel protagonista,  el siguiente papel en cuanto a importancia se refiere, se lo debemos adjudicar sin duda alguna al sable.

Dicho vocablo, nos induce de forma automática, a visualizarlo como armamento indiscutible del arma  de Caballería o de la Marina, enclavándole en un marco cronológico, que aunque antiguo desde nuestra perspectiva actual, no hace justicia en absoluto a sus verdaderos orígenes ni historia. Dicha historia que se iniciará como una subcategoría de la espada, arma blanca por excelencia, correrá de forma paralela al desarrollo de la misma durante un breve periodo de tiempo, para posteriormente escindirse, formando una de las más importante familias de armas blancas existentes, tomando incluso el relevo, ya en tiempos modernos, a su gran predecesora en el armamento portátil del soldado.

El concepto del Sable, vamos a sintetizarlo como un arma blanca, cuya hoja presenta una arquitectura curva, frente a la hoja recta de la espada. En dicha arquitectura curva, predomina la existencia de un único filo al exterior de la misma lo que facilita la penetración y trayectoria del corte, siendo por tanto un arma diseñada exclusivamente para tal fin.  Este concepto aún sentando las bases en cuanto a su diseño se refiere, presenta algunas excepciones de las que hablaremos posteriormente.

 El origen del sable como el arma que conocemos, tema ampliamente discutido por los expertos, y tradicionalmente situado en el marco oriental de tradición islámica, debemos buscarlo en los pueblos de la Europa balcánica como los Magiares (1) una tribu nómada procedente del Alto Volga y que controlaba buena parte de los territorios de la actual Hungría durante los inicios de la Alta Edad Media. Aunque, no obstante para ser coherentes con la descripción dada, debemos retroceder varios siglos en busca de las primeras armas usadas por los pueblos primitivos, que se ciñeran a los preceptos de hoja curvada provista de un solo filo.

Sin duda, el descubrimiento de los metales, así como su forma de trabajarlos, supuso un gran avance en la incipiente industria armamentística, al sustituir de forma fehaciente el material lítico, hasta entonces dominante en la fabricación de armas y herramientas. El metal proporcionaba no solo un elemento más resistente en dicha fabricación, sino que ofrecía aparte la posibilidad de reutilizar las piezas rotas o deterioradas, circunstancia esta prácticamente imposible en las formas anteriores. El inicio de esta importante etapa, surgirá con la obtención del cobre a partir del mineral, fabricándose distintos utensilios con él, pero debido a su falta de dureza en estado puro, pronto hubo que implementar diversas formas de endurecimiento, originalmente mediante la técnica de batido del material.

No cabe duda que el desarrollo del horno metalúrgico, posiblemente a partir de un horno de cerámica, supuso el segundo gran avance en la producción de armas y utensilios, proporcionando la posibilidad de utilizar distintos aditamentos que como el arsénico o el estaño, una vez añadidos al cobre, producían una mayor resistencia en el conjunto final, además de permitir nuevos diseños morfológicos, que mediante las técnicas de batido anteriores, eran imposibles de obtener.

Este nuevo material conseguido, significará un gran avance en esa incipiente industria, dando lugar a una de las primeras y muy importantes etapas de fabricación de armas en metal de la antigüedad, la denominada Edad del Bronce. Durante este importante periodo cronológico, van a surgir infinidad de formas y diseños en cuanto al armamento se refiere, en función de los logros alcanzados en materia de fundición y nuevas aleaciones. La mayor parte de estos diseños, representan arquitecturas de hoja recta y doble filo corrido, con lo que no vamos a detenernos mucho más en su descripción.

Una de las primeras muestras documentadas en cuanto a un arma de hoja curva fabricada en cobre, es posiblemente el conocido como Kopis (2), arma dotada de un filo en forma de hoz, con la cual se armaban los egipcios en la antigüedad, y que se halla profusamente representada en relieves y pinturas.

Como ya indicábamos anteriormente, la relativa escasa dureza que presentaba el cobre en su estado puro, provocó el desarrollo de nuevas tecnologías en materia de fundición, que condicionaron el armamento de los ejércitos de la antigüedad, dándose el paso definitivo con el descubrimiento del hierro.

El descubrimiento del hierro, supone el inicio de la segunda gran edad en la fabricación del armamento portátil. Los primeros en usar el nuevo metal en el desarrollo y fabricación de sus espadas, fueron el imperio Hitita, quedando claramente de manifiesto su superioridad frente al resto de los antiguos materiales como el cobre o el bronce, en sus interminables luchas contra los egipcios, en las cuales la dureza y tenacidad de las espadas de hierro, causaban estragos frente a los Kopis de cobre. En siglos posteriores hacia el año 1200 a.C. el desmembramiento de dicho imperio, supone la transmisión de los secretos de fundición por todo el oriente próximo. De esta forma y usando como base los antiguos diseños de espadas y dagas realizadas en bronce, va a surgir hacia principios del siglo XI y finales del  IX a.C. una nueva serie armas blancas realizadas en el nuevo metal. De ellas las más antiguas halladas son las de los valles altos de Luristan, región fronteriza entre los actuales Irán en Irak.  Sabiendo pues que el conocimiento y desarrollo del hierro surge en oriente, debemos suponer que su transmisión a Europa se realizase a través del Mediterráneo, y de esta manera se tuviesen los primero contactos en la península ibérica, mucho antes incluso del descubrimiento del citado metal en la misma.

En Europa la producción de armas de hierro aparece de forma más tardía que en oriente, siendo el yacimiento más antiguo que se conoce el de Hallstatt, que data del siglo VIII a.C. y que da nombre a la primera Edad de Hierro. El citado yacimiento, formado por una gran necrópolis situada en un valle de los Alpes, en el Tirol Austriaco cercano a las minas de sal de Hallstatt, presenta una gran riqueza artística, mostrando espadas de gran longitud, cercana a los 140 centímetros, aunque en este caso concreto, la arquitectura de sus hojas es la línea recta de doble filo corrido. De esta primera edad existen pocas muestras en la península ibérica, salvo en el noroeste, donde aparecen algunos puñales de los denominados “de Antenas”, correspondientes al final de este periodo.

Varios siglos habrán de transcurrir, hacia mediados o finales de la segunda Edad del Hierro, en el periodo conocido como “La Ténne”, para encontrar precisamente en la península ibérica lo que podríamos considerar como el antecesor del sable.

Quizás una de las muestras más antiguas que podemos citar, sea la famosa Falcata Ibérica, hacia el siglo IV a.C. la Falcata, arma por excelencia del guerrero ibérico tanto a pie como a caballo, en cuyo original diseño el filo se curva hacia el interior, provocó no pocos quebraderos de cabeza a la importantísima máquina de guerra romana, obligando a reforzar sus escudos y tácticas de combate como cita Polibio (3) en sus crónicas. Este modelo primigenio está ampliamente documentado, apareciendo en múltiples yacimientos en la península, bien en modelos físicos muchas veces encontrados en enterramientos, como representado en estelas (4). El origen de su peculiar diseño, aún no está muy claro, tratándose,  según algunos autores, de una evolución del anteriormente citado Kopis egipcio, aunque Homero en su Iliada, narra como los guerreros griegos portaban un tipo de espada prácticamente idéntica, denominada Machaira, y que aparece en infinidad de representaciones de época, principalmente en cerámica. La Falcata aún considerada como una espada, es sin duda uno de los más antiguos ejemplares en los cuales el diseño de su arquitectura se modifica en función de una mayor efectividad de corte, premisa principal del concepto que posteriormente daría lugar al sable como lo conocemos en la actualidad.

El desarrollo de las armas blancas comenzará entonces una imparable carrera, en la cual las nuevas tecnologías de forja, así como el descubrimiento del acero,  van a ir conformando espadas cuyas propiedades de dureza y tenacidad producirán hojas de mayor longitud, estableciéndose la arquitectura de línea recta y doble filo como premisas fundamentales en las nuevas tipologías, teniendo que transcurrir varios siglos, para que las ventajas de la hoja curva volviesen a aparecer en los campos de batalla.

El profesor Petersen (5) en su obra, cita algunas tipologías de espada recta de un solo filo destinadas al uso principalmente de corte. Estas piezas hacen su aparición en el norte de Europa hacia principios del siglo VI de nuestra era, posiblemente como evolución lógica de los grandes cuchillos o dagas denominados “Sax”, utilizados por los pueblos sajones y vikingos del periodo de las migraciones. Estas nuevas espadas, aún manteniendo la arquitectura recta de sus hojas, abogan de forma incipiente al uso de un único filo cuya misión principal es tajar frente al uso de la punta. Estas nuevas morfologías, se irá implementando dando lugar a una corriente que se desarrollara de forma paralela a la ya clásica de doble filo corrido, y que con la posterior adquisición de la arquitectura de filo curvado, determinará, de alguna forma el patrón definitivo consistente en una hoja curva de filo corrido al exterior, es decir el Sable.

El término Sable, no se está muy de acuerdo en cuanto a su origen, proviniendo según algunos autores de los países caucásicos, en el caso del ruso y serbio en la forma “E!#9a” (sablja), del polaco “szabla”, del magyar “szablya” con apenas variaciones en el alemán “säbel”, francés “sabre”, italiano “sciabla” o en el castellano “Sable”. Sus formas curvas van a estar determinadas por la necesidad de proveer al jinete o guerrero a caballo de un arma ligera, cuya arquitectura facilite la penetración del filo sin embrazarse como ocurriría con un arma de hoja recta y pesada. Esta particularidad que la confiere como el arma por excelencia del jinete, sin duda surge tras siglos de experiencia en el combate a caballo por los guerreros de las tribus nómadas, tanto en el  este de Europa como fue el caso de los citados Magiares, como en las amplias estepas y llanuras comprendidas entre Rusia y Mongolia. El conocido como “Sable de Carlomagno”(6) también llamado “Espada de Atila”, es una de las muestras más arcaicas conservadas que responden a la nueva tipología. En este caso, la curva de la hoja es mínima, estando dotado de un filo corrido al exterior y contrafilo al interior desde prácticamente la mitad de su longitud total. Si observamos la guarnición de este sable, podemos observar que está comprendida por una corta empuñadura destinada al uso con una sola mano, así como unos cortos gavilanes de guarda, perfectamente diseñados para su uso a caballo sin presentar molestia alguna al jinete.

Uno de los pueblos guerreros que mejor asimiló el uso de la arquitectura de hoja curva, fue sin duda el japonés. Partiendo de hojas rectas de un solo filo y de influencia china, llegaron a desarrollar hacia mediados del periodo Heian (siglo X-XI de nuestra era), lo que hasta nuestras fechas se ha considerado el sable por excelencia. Los guerreros japoneses llamados Samurais, desarrollaron una de las más sofisticadas técnicas de combate a caballo, para ello debieron dotarse de largos y ligeros sables provistos de una gran curvatura, la cual facilitaba el desenvainado y el corte prácticamente en el mismo movimiento, son los conocidos popularmente como “Tachis”. Posteriormente durante los largos periodos de guerras civiles en los cuales el uso de grandes contingentes de infantería suplió a los antiguos jinetes, el uso del sable siguió su desarrollo, adecuándose a las nuevas necesidades del ejército de infantes, en la forma de un arma ligeramente más corta y pesada que aún conservando la curvatura de su hoja,  no era tan pronunciada como la de su predecesor, nos referimos a la “Uchigatana” o comúnmente “Katana”. 

Oriente ha sido por tradición sino cuna, si un importante caldo de cultivo en el cual, el sable ha encontrado la aceptación que en Europa no conseguirá hasta ya entrado el siglo XVIII, en que sustituyendo a la espada, fue designado como armamento principal del soldado. Por citar algunas de las más importantes muestras, tenemos los famosos “Shamshires” de origen persa, del cual se supone que desciende nuestro vocablo “Cimitarra”, a través de sus formas “Shamshir, o Schimir”, y que comúnmente se conocen como Alfanjes. Estas armas de pronunciado filo curvo, están provistas de empuñaduras simples, es decir de una sola mano, y con gavilanes rectos. Uno de estos ejemplares, lo podemos admirar en el Museo del Ejército de Madrid, el conocido como “Alfanje de Mehemet Alí”(7), del que hablaremos posteriormente. De esta misma familia son los “Kilij” otomanos, prácticamente idénticos a excepción del pronunciado contrafilo existente en la punta y conocido como “Yelman”.

En Europa, como ya dijimos, el desarrollo del sable, va a surgir como sub-categoría de la espada, llegando a escindirse y formar una línea evolutiva paralela a ésta hasta su solapamiento ya en época moderna. De las antiguas formas descritas por Petersen, evolucionadas del Sax o Scramasax, surge hacia mediados del siglo XIII un tipo de sable de hoja ancha y ligera curvatura de la misma, el denominado “Falchión” conocido en España como “Bracamarte” del francés “Braquemart”. Este importante espécimen cuya ancha hoja se presenta en varias longitudes, tiene uno de sus más antiguos exponentes en el Apocalipsis de hacia 1300 (8), que el profesor Oakeshott reseña en su obra. En España podemos verlo representado ampliamente en las Cantigas del Rey Sabio, siendo uno de los ejemplares más antiguos que se conserva el “Falchion de Puente Genil”(9), de mediados del siglo XIV. Este tipo de arma ampliamente documentado en ilustraciones del renacimiento italiano, ha sido habitualmente utilizado para designar de forma gráfica a los bárbaros procedentes del este en las citadas obras.

Otros ejemplares europeos de gran relevancia, son los denominados “Sables Suizos” (Schweizersäbels) de una mano o mano y media, con la particularidad de la aparición del aro guardamanos en sus guarniciones, como protección de los nudillos de la mano, hacia principios del siglo XVI. En la misma línea tenemos los llamados “Dussage”, emparentados con las guarniciones de farol de origen escocés, en este caso con guarnición de vela, en el mismo marco cronológico y situados principalmente en la zona norte de Europa, Alemanía, Austria y Escandinavia. Por último citaremos los grandes sables alemanes y suizos de dos manos, los “Zweihänder säbels” o Grosse Messer”, conservados en el Kunsthistorisches Museum de Viena, y ampliamente representados en multitud de ilustraciones como armamento de los mercenarios Lansquenetes.

 Las técnicas de uso del sable al igual que la espada, se encuentran fielmente reproducidas en múltiples tratados de la antigüedad, siendo probablemente una de las más antiguas que se conoce la de Joachim Meyer datada en 1570".


(1) Magyares:(Hijos de la Tierra), se trata del pueblo más importante  del antiguo reino de Hungría, pertenecientes a la rama “ogra”. Vivieron en un principio en los Urales, en donde residen aun. Durante el periodo de su nomadismo fueron vecinos de los turcos que influyeron en su lengua y costumbres. Mezclados más tarde con los germanos y eslavos, se convirtieron al cristianismo, siendo baluarte de la fe cristiana occidental contra los turcos.

(2) Kopis, Khrobi, Khopsh. Cameron Stone, G. / A Glossary of the Construction, Decoration and use of Arms and Armor in all Countries and in all Times.

(3) Político e historiador griego nacido hacia 210 a.C. entre sus obras destacan el relato de la Guerra de Numancia.

(4) Por citar alguna de las más importantes muestras de falcatas, nos referiremos a la célebre “Falcata de Almenedilla”, una de las piezas mejor conservadas en la cual es posible apreciar su arquitectura original de filo curvado al interior y ligero contrafilo en la punta. En cuanto a las representaciones en relieves la  denominada “Estela de Osuna” en la que se aprecia con gran realismo un guerrero ibérico de perfil, empuñando una falcata en una mano y un escudo en la otra. Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

(5) Petersen, Jean. / The Norvegian Viking Swords, 1919.

(6) Seitz, Heribert. / Blankwaffen I / Säbel Karls des Grossen.

(7) M.E.M. nº 24.912

(8) Oakeshott, Ewart / Archaeology of Weapons

(9)  Museo Arqueológico de Córdoba.



jueves, 30 de noviembre de 2023

Sable de Honor de don Isaac Peral y Caballero

La triste pérdida de un Sable Excepcional (Tte de Navío d. Isaac Peral y Caballero)


El 7 de junio de 1890, la Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, hacía entrega de un sable de honor al entonces Teniente de Navío don Isaac Peral y Caballero con motivo de la botadura y pruebas de mar del primer submarino eléctrico español, diseñado por el insigne marino.

La historia de este sable es la que ilustra el presente artículo:

Breve semblanza del Marino

Isaac Peral y Caballero nació en Cartagena el 1 de junio de 1851. En enero de 1860, y a pesar de la inicial oposición de sus padres, dada la falta de recursos familiares, ingresa en el Cuerpo General de la Armada como Aspirante al Colegio Naval de San Fernando, para conseguir tras dos años de estudios ser nombrado Guardiamarina de Segunda. 

Tras diversos destinos en distintos buques, es ascendido a Guardiamarina de Primera en 1870 y a Alférez de Navío en 1872, siendo los dos siguientes años de gran importancia en su vida como marino, participando en la Guerra de Cuba, y posteriormente en la Tercera Guerra Carlista a bordo de la goleta Sirena.

Su gran inquietud en el tema de la investigación de nuevas técnicas, en concreto de la electricidad, le llevarían a su nuevo destino en 1877 como oficial alumno de la Academia de Ampliación de Estudios de la Armada de San Fernando, donde terminaría sus estudios en 1880, ascendiendo a Teniente de Navío, siendo destinado a la Escuadra de Instrucción en Cartagena.

Tras un breve lapso de dos años que pasaría en Filipinas, -destino por él solicitado-, volverá en 1883 a la Academia de Ampliación como profesor donde impartiría diversas asignaturas.


Esos años en la Academia junto a otros oficiales expertos en distintas materias, despiertan en el joven Peral un interés por la navegación submarina, como posible arma estratégica en base a sus anteriores experiencias durante la guerra de Cuba. 

En palabras del Capitán de Navío d. Marcelino González, en su obra "Isaac Peral y su Submarino", Peral inicia su primer proyecto en 1884 como un sumergible torpedero con un motor de tres cilindros accionado por gas comprimido, para finalmente en 1885 y con motivo de la crisis que surge con Alemania por el intento de anexión por parte de ésta del archipiélago de las Carolinas, hasta la fecha bajo dominio español, escribe al Ministro de Marina a la sazón el Almirante Manuel de la Pezuela y Lobo, informándole de sus avances en la construcción de un buque sumergible accionado por electricidad.

"En estos últimos días he inventado y tengo todos los cálculos necesarios para la construcción de un barco torpedero submarino, que puede llevar en su interior, sin el menor peligro, los hombres necesarios para su manejo, sin que asome a la superficie del agua ni el menor rastro de dicho buque durante sus maniobras. Uno o dos de estos barcos bastaría para destruir impunemente en muy poco tiempo una escuadra poderosa..."

La propuesta de Peral suscitó el interés de las autoridades dando lugar al proyecto a pesar de la prematura muerte de Alfonso XII ocurrida el 25 de noviembre de 1885, que mantuvo detenido el mismo hasta el verano de 1886.

Tras diversos avatares y no siempre con el apoyo necesario, la botadura del sumergible tuvo lugar con gran expectación el 8 de Octubre de 1888, siendo un gran éxito con fuerte eco en la prensa del momento,  lo que despertó un gran interés en distintos sectores tanto dentro como fuera de la Armada.

Las pruebas de mar definitivas se efectuaron en mayo de 1890 en la cuales Peral navegó durante una hora sumergido a diez metros de profundidad, emergiendo en punto previsto con gran precisión, lo que despertó el entusiasmo de la gente así como de los medios de comunicación.

Con motivo del éxito en las mismas, Peral fue felicitado por la Reina Regente la cual le regaló un sable que había pertenecido a Alfonso XII, y que es el ejemplar al que dedicamos la presente entrada:

El Sable:

Nuestro ejemplar se trata de un Sable de Honor basado en los modelos imperantes durante la segunda mitad del siglo XIX para Oficial Superior, estando ricamente cincelado tanto en su guarnición como en su hoja.

El diario santanderino "El Atlántico" en su número 195, edición de 17 de julio de 1890, recoge con todo lujo de detalles la recepción que tuvo lugar el día 15 en palacio, en la cual la Reina Regente recibía al insigne marino entregándole el citado sable, siendo la minuciosidad de su descripción, clave para hacernos una idea de la riqueza del presente, desgraciadamente perdido a día de hoy:

"He aquí la descripción del sable que la Reina ha regalado al señor Peral:
Mide aproximadamente un metro y está encerrado en un estuche forrado de raso grana y terciopelo carmesí. En la tapa hay una placa bruñida con un escudo y la siguiente inscripción, cuyas palabras están cinceladas con mucho primor: "La Reina Regente al teniente de navío Peral, inventor del submarino." En el interior del estuche se ve también una inscripción con el escudo de España y el nombre de don Juan Martín, espadero y broncista de S.M.
A la empuñadura del sable sirve de remache la cabeza de un león, luego una corona enlazada con un ancla: toda la empuñadura es de metal dorado, perfectamente bruñido, y divísanse en ella atributos á la Marina.
La hoja es de acero acabada en afilado remate, un poco más ancho á su terminación. En la parte superior hay la siguiente inscripción por uno de sus lados: "Artillería .- Fábrica de Toledo.- 1890."
Al reverso se encuentra troquelado el escudo de España.
Por toda la hoja, por ambas caras, cincelados primorosamente y maqueados, se ven una antigua carabela, el dios Neptuno montado sobre su carro tirado por tritones, y algunas otra figuras mitológicas.
La dedicatoria, rodeando la hoja en forma de línea salomónica, dice así: " La reina regente a don Isaac Peral. - 7 de junio 1890."
Las letras son recortadas, bruñidas y con algunos caprichosos dibujos.
Cubren también la hoja hojas de laurel y tritones formando notable y artístico conjunto los diferentes trabajos, unos de bronce con su color natural, otros plateados y algunos incrustados en oro.
La vaina es de magnífico cuero color negro con cubiertas de chapas doradas, ostentando éstas dibujos hechos al cincel."

Fotografía de Prensa conservada en el Museo Naval de Madrid, donde se puede ver con cierto
detalle la morfología y decoración del sable regalado por la Reina Regente al insigne marino.
(posiblemente obtenida durante su presentación en la exposición de 1951)


La descripción anterior junto con la única fotografía que se conserva del mismo, procedente de la publicación en un diario (desconocemos la fecha), da fe de la laboriosidad del trabajo del maestro cincelador Juan Martín.

Cabecera del Diario Santaderino "El Atlántico" de fecha 17 de julio de 1890 donde se describe
con todo lujo de detalles la recepción en la cual Isaac Peral fue obsequiado con el sable de honor por
parte de la Reina Regente, Maria Cristina de Habsburgo-Lorena


Página del diario "El Atlántico" de fecha 17 de julio de 1890 donde
se describe la recepción, entrega y descripción del sable



En ella se describe un sable de honor a capricho, basado en la moda de la segunda mitad del siglo XIX cuya guarnición -aparantemente calada- está ricamente decorada con detalles en oro y plata mostrando diversas figuras alegóricas a la marina. En ella distinguimos una breve cazoleta dotada de charnela abatible para portar ceñido, al igual que el modelo de Oficial Superior de la Armada del año 1844/57. Es también apreciable un vigoroso galluelo de formas circulares e igual decoración.
El artículo publicado en "El Atlántico" no hace mención a la empuñadura, la cual suponemos de marfil alambrado al gusto de la época. Por último una monterilla corrida que remata en cimera de león a cuya boca se fija con firmeza la cola del aro guardamanos.

La hoja que atiende al modelo anteriormente descrito de 1844/57, es ligeramente curva, con lomo redondo al interior que forma nervadura en la pala, al exterior filo corrido formando un leve contrafilo en lengua de carpa.  

La hoja se halla profusamente decorada en su mitad fuerte, con bellos grabados y alegorías marinas cinceladas en oro y plata, hacia el final del tercio fuerte, se adivina una decoración calada en forma de venera, lugar donde se produjo la fractura.

Gracias a la fotografía publicada por la prensa, podemos también hacernos idea de la riqueza de la vaina, con juegos ricamente labrados en latón, un amplio brocal y abrazadera dotados ambos de anillas de suspensión, al igual que la gran contera con su correspondiente aunque breve batiente.



detalle de la hoja partida donde se puede observar la profusa decoración y la leyenda:
"Isaac Peral 7 de junio de 1890"


detalle de la hoja partida donde se puede observar la profusa decoración y la leyenda:
"La Reina Regente"


La historía de este magnífico sable se truncó al parecer y según la documentación consultada en el Museo Naval de Madrid, cuando fue parcialmente robado durante una exposición celebrada en 1951.

Al parecer al intentar sustraerla la preciada joya fracturaron la hoja debido a sus calados en el tercio fuerte. En tal incidente se perdió la rica guarnición así como la vaina, conservándose en la actualidad tan solo el fragmento que ilustra el presente artículo, muy posiblemente debido a la fijación utilizada  para tratar de impedir precisamente lo ocurrido.

De esta manera nunca más se supo del regalo a tan ilustre científico y marino, y tan sólo hemos podido saber las formas originales, gracias a la única fotografía de prensa existente, así como a detallada descripción con que el redactor de "El Atlántico" nos quiso regalar hace más de 130 años.


En el retrato de don Isaac Peral conservado en el Ayuntamiento de Cartagena, podemos verle vistiendo uniforme de gala y pendiente un sable. La posición del mismo tan sólo nos permite apreciar parte de la guarnición con empuñadura de marfil y pomo con monterilla corrida rematada en cabeza de león, pudiendo tratarse tanto del modelo para Oficial General de la Armada del año 1844/57 conservado en Cartagena junto a parte de sus pertenencias, como del obsequio real, siendo un tema que dejamos a la imaginación del lector.

Isaac Peral y Caballero / Manuel Ussel de Guimbarda 1890 / 
Ayuntamiento de Cartagena


Agradecimientos:

Quisiéramos agradecer la gentileza del Museo Naval de Madrid, en la persona de D. Santiago Rumeu Casares, Conservador de la Colección de Arma Blanca, por facilitarnos las fotografías del fragmento de hoja que se conserva en la citada institución.


Bibliografia:
-Armamento Portátil Español 1764-1939. B.Barceló Madrid 1976
-3 Siglos de Armamento Portátil en España. B. Barceló. Cala Millor 2002
-Catálogo de Armas Blancas del Museo Naval de Madrid. M.J Melero/Adolfo Bernalte Madrid 2006
-Breve reseña de las ordenanzas desde 1717 en cuanto al armamento usado por los distinto cuerpos de la Armada Española. Adolfo Bernalte Sánchez. Madrid 2006
-Isaac Peral un genio incomprendido / Marcelino Gonzalez / Armada.defensa.gob.es/archivos
-Biblioteca virtual de prensa histórica / Diario El Atlantico nº 195 / 1890
-Biblioteca Virtual de la defensa / Fichas de fondos patrimoniales






miércoles, 29 de noviembre de 2023

"Mandobles, Montantes y Estoques"


En una nueva sección voy a intentar recopilar una serie de artículos y trabajos publicados con anterioridad a la existencia del blog, y que en algunos casos se han ido perdiendo o disgregando por internet. Aunque muchas veces se puedan salir del espíritu de este trabajo en cuanto al Armamento Reglamentario, no dejan de ser interesantes pues nos pueden ayudar a comprender el proceso evolutivo del mismo. (n.A)


Mandobles, Montantes y Estoques 

(Publicado para los foros de la Asociación Española de Esgrima Antigua. 2004)

"El término “Mandoble”, como su propio nombre indica, “Mano doble”, designa de forma genérica, un tipo de espada la cual debido principalmente a su diseño y dimensiones, precisa para su uso de las dos manos. De igual manera, al hecho de golpear con la espada usando para ello ambas manos, recibe también el nombre “Mandoble”. Es por tanto, que podemos distinguir dos significados distintos del mismo vocablo, uno en lo referente a la morfología del arma en sí, y otro en cuanto a su forma de uso.

 Refiriéndonos al primero, que es el que realmente nos interesa en el presente estudio, vamos a definir con la voz “Mandoble”, toda aquella espada, que debido a sus características morfológicas tales como dimensiones ó diseño, van a conceptuar, un estilo de esgrima, en el cual el uso de ambas manos será indispensable.

 Esta tipología de espada, va a su vez a agrupar a otras subcategorías que a su vez englobarán todas aquellas espadas o espadones de dos manos independientemente de su datación cronológica, diseño o forma de uso. Para centrarnos en el término genérico que nos ocupa, colocaremos el punto de origen de dicha tipología hacia la primera mitad del siglo XIV. Atendiendo a tales fechas, (1300-1350), vamos a encontrarnos con una serie de características afines a la data, como es el caso de las guarniciones de arriaz recto, con los gavilanes en ocasiones ligeramente curvados hacia la hoja, así como el pomo generalmente de forma discoidal.

 Este tipo de guarniciones, suelen presentar, una hoja de cierta longitud, normalmente por encima de los 90 cm, llegando en algunos ejemplares hasta los 110 cm. Estas hojas, dotadas de dos filos, y evolucionadas de tipologías anteriores en función del desarrollo paralelo del armamento defensivo, presentan en determinadas ocasiones algún vaceo o canal central en los dos primeros tercios de su longitud, y van a precisar, -como ya hemos dicho- de grandes empuñaduras para su afianzamiento con ambas manos, así como de grandes pomos que aporten equilibrio al conjunto.

 Su peso total, es importante por supuesto, pero nunca debemos olvidar que son espadas y por tanto sujetas a una funcionalidad específica. Son muy raras las muestras que llegan a los 2,5 Kg. de peso. (esta tipología de espadas, se podría englobar perfectamente en los denominados tipo: XIIa, XIIIa, según la clasificación del profesor E. Oakeshott, y aparecen mencionadas como “Grandes Espadas de Guerra”, ó “Espadas Alemanas” debido principalmente a la notable presencia en los grupos escultóricos pertenecientes a tumbas alemanas de mediados del siglo XIV).

 La función primordial de estas espadas es el golpe de corte, con lo cual ambos filos se prolongarán hasta el talón no precisando –en principio- ninguna protección auxiliar por delante de la cruz, -protección, que aparecerá no obstante en un corto periodo de tiempo, con motivo de la evolución hacia una esgrima mixta, en la cual el uso conjunto de corte y punta, prevalecerá sobre la anterior-.

 La evolución lógica del armamento defensivo, -arneses de placas- va a influir notoriamente en las formas de nuestra espada. La necesidad de atravesar dichas protecciones provocará que los filos pierdan progresivamente su paralelismo, -característica de la tipología anterior- formando en este caso, una aguda punta destinada para tal fin. La sección variará también ganando en grosor –secciones romboidales- con la lógica pérdida de los vaceos, como consecuencia de las nuevas exigencias de ataque de punta. Estas circunstancias propiciarán a su vez una cierta pérdida en la longitud de las hojas, -unos 90 cm. aprox.- o en su defecto volviéndose más estrechas, evitando de esta manera el peso excesivo de las mismas, aunque las empuñaduras mantendrán durante algún tiempo más, su característica de doble mano, sobre todo en las hojas de mayor longitud. (Tipo XVa en la clasificación del Profesor Oakeshott).

Todos estos cambios que se sucederán a lo largo del siglo XIV, van a conformar la morfología de otras subcategorías que irán apareciendo como consecuencia del proceso evolutivo del armamento defensivo, por citar algunas, y al hilo de lo anterior, tenemos una rama de dicha evolución que culminará en los estoques del siglo XV, en los cuales, de forma progresiva a la disminución de la longitud de las hojas, -entre 70 y 80 cm.- se producirá también la disminución de la longitud de las empuñaduras, hasta prácticamente perder su calificación de “mano dobles”. (Tipo XV en la clasificación del Profesor Oakeshott)

 En otra de las ramas evolutivas podemos citar las denominadas “espadas bastardas” de mano y media, que tienen sus máximos exponentes durante la segunda mitad del siglo XIV, y principios del XV. Esta nueva tipología acepta varias morfologías en cuanto a su hoja se refiere, encontrándonos ejemplares del tipo XVa –citado anteriormente- así como otras provistas de fuertes hojas ocasionalmente acanaladas en su mitad fuerte, y dotadas de filos convergentes, pudiendo ser usadas indistintamente como armas de corte ó de punta, (Tipos XVIa y XVII en la clasificación del Profesor Oakeshott), a la vez que presentan una empuñadura que aún siendo un poco más corta que las anteriores, permite no obstante su doble empuñadura.

 El término “Bastarda”, con que se designa esta tipología, se aplica ya los siglos XV y XVI, y aparece bien documentado en un tratado del siglo XVII de Marc de Vulson “Vray Theatre d´Honneur”, el cual haciendo referencia a un duelo en 1549, Enrique II de Francia menciona “Deux epées bâtardes, puovant servir à une main ou à deux”

 Todas estas espadas, -enclavadas aún en un contexto medieval-, se encuentran ligadas de forma coherente al espíritu caballeresco que reinará en la Europa desde la alta Edad Media, son por tanto el armamento indiscutible del caballero, para ser usadas tanto a caballo como a pié. Este concepto en sí, no implica que se trate de un arma exclusivamente de Caballería, -y esto es muy importante comprenderlo- ya que eran ceñidas por el caballero, en virtud de su posición social y estatus nobiliario, al igual que el resto de las armas de su panoplia armamentística, incluida su montura, -el conjunto denominado “lanza”-. Creemos por lo tanto que es más correcto hablar del armamento de un determinado estamento social, más que el de un arma determinada del ejército, tales como la Caballería, o la Infantería, -independientemente de que la tropa también se equipase con espadas en un momento posterior, como complemento de su propia panoplia-.

 En otro orden de cosas, y siguiendo nuestro repaso al proceso evolutivo del que hablábamos anteriormente, nos encontramos con otra de sus ramas, la cual va a originar una tipología de Mandoble muy peculiar, heredero en cierta medida de las formas de sus antecesores, pero con ciertas características muy concretas que van a determinar, tanto su forma de uso, como de su usuario, nos referimos como no al Montante.

 El origen del Montante vamos a situarlo cronológicamente, hacia el último tercio del siglo XV, como evolución de algunas de las tipologías anteriores que determinarán una gran espada, cuya longitud de hoja supera fácilmente los 120 cm. Y para uso exclusivo del soldado de a pie. Esta tipología tendrá sus máximos exponentes durante el siglo XVI, siendo escasos los ejemplares de principios del XVII. Estas piezas, -como ya hemos dicho- presentan unas hojas de gran longitud y cuya anchura máxima, oscila entre los 40-70 mm. En muchas ocasiones con uno ó varios canales que recorren los tercios fuertes rebajando de esta forma su peso a la vez que añadiendo rigidez. Una de las características más llamativas en estas grandes espadas, es la existencia –no en todos los casos- de una cruceta ó falsa guarda, situada en el tercio fuerte, y que tiene como misión, proporcionar un asimiento protegido, por delante de la cruz mejorando de esta manera el equilibrio del conjunto, en determinadas técnicas esgrimísticas. En otros casos, la existencia de un largo recazo suplirá la función de la mencionada cruceta. Seguirá manteniéndose la guarnición de cruz de gavilanes rectos, con la presencia ocasional de uno o dos puentes de guarda, adecuándose a las medidas y modas artísticas del momento, con empuñaduras no ya de dos manos, sino de hasta cuatro y cinco –si las hubiere-, y con grandes pomos para equilibrar todo el conjunto, que abandonando las formas discoidales, más comunes en el medievo, adoptarán formas esféricas, periformes, lobuladas etc. Más en la línea renacentista que nos ocupa. Aún con esto volvemos al hecho de tratarse de armas funcionales, con lo que rara vez excederán de los 3 Kg. de peso.

 En la familia de los Montantes, existe una categoría que por sus peculiares características, merece especial atención, nos referimos, a los denominados “de Lansquenette” ó “Zweihänder Schlachtschwerter” (Espadas de batalla de dos manos) por haberlos hecho famosos esta variopinta tropa de soldados mercenarios. Se trata de grandes espadones de origen suizo y germánico, que presentan exageradas hojas de longitud y anchura mayores que las citadas anteriormente, existiendo muestras de más de dos metros de longitud total, pero también en algunos casos con menor grosor de sección. Estas grandes hojas no mantienen un canon específico mostrándose tan anárquicas en su construcción como el propio espíritu de sus propietarios. Abundando las formas flamígeras, las grandes crucetas en forma de media luna, etc. Con guarniciones de cruz recta, cuya factura es más parecida a obras de rejería que a protecciones propiamente dichas.

 Estos espadones, estaban concebidos para su uso exclusivamente a pie y servían para abrir paso entre las formaciones de piqueros, en el contexto de un ejército moderno. A diferencia de sus antepasados medievales, aquí si podemos hablar de una espada para un cuerpo determinado de Infantería, en este caso los Lansquenettes. Obviamente, debido a su diseño y construcción, se trata de espadas más pesadas que sus antecesoras, pero insisto en que la mayoría de ellas nos sorprendería por su ligereza en función de su tamaño, pues como dice un gran amigo y colega nuestro “eran antiguos, pero no idiotas..”

 Retrocediendo de nuevo al siglo XV, vamos a enlazar con otra rama en la evolución de nuestros espadones, Las grandes espadas escocesas, comúnmente denominadas “Claymore”, del gaélico “Claidheamh mòhr” o “Espada grande”. Esta tipología de espadones, se caracteriza principalmente por su arriaz de brazos caídos, hacia la hoja, formando un ángulo, así como los remates de los gavilanes, siendo los más conocidos, los de forma de trifoglio o tetrafoglio, -ya del siglo XVI-. Poseen una larga empuñadura que remata en grandes pomos del tipo discoidal. Las hojas tiene una longitud normalmente superior 110 cm. son de dos filos paralelos, presentando en muy determinadas ocasiones un ligero vaceo central. En siglos posteriores, sobre todo el XVIII, el nombre “Claymore”, se utilizará para designar –erróneamente- a prácticamente la totalidad de las espadas de producción escocesa, principalmente las de guarnición de farol “Baskethilted Broadswords”.

Existen otros tipos de espadones, mandobles, estoques y montantes, que debido a su carácter ceremonial, – en casos como la representación del poder real o eclesiástico-no vamos a tocar por el momento, en este grupo entrarían los Montantes y Mandobles de Ceremonia, Los Estoques Pontificios, etc

Como hemos podido apreciar, en esta pequeña introducción, la existencia de espadas de dos manos o mandobles, se puede situar en origen, en la primera mitad del siglo XIV, habiendo sufrido ciertos cambios morfológicos en función de su técnica de uso a lo largo del siglo XV, y culminando en los grandes exponentes del siglo XVI, a partir de los cuales, va a caer rápidamente en desuso, como consecuencia entre otras, del avance técnico del armamento de fuego, el cual modificará radicalmente las técnicas de combate en la guerra moderna, manteniéndose únicamente como espadas de tipo ceremonial. De esta forma entendemos que el término mandoble en su origen, agrupará todas las demás posibles acepciones, en cuanto a una espada de dos manos, independientemente de su datación o tipología, siendo el resto de los casos, como el Montante, el Estoque, y cualquier otro tipo de espada de dos manos, ejemplos muy concretos, destinados a un uso también muy concreto en virtud de su funcionalidad."

 

martes, 24 de enero de 2023

Proyecto de Sable para Tropa de Caballería de la Guardia Real c.1902

Antecedentes Históricos:

El Real Cuerpo de Guardias de la Persona del Rey, tiene su origen a principios del siglo XVIII como  Cuerpo de Reales Guardias de Corps, siendo al regreso del Rey Fernando VII cuando en el Reglamento de 1814 adoptaría la citada denominación que con el tiempo se terminaría simplificando en Cuerpo de Guardias Reales.

Desde su fundación como Instituto Montado, estuvieron dotados del mismo armamento que la Caballería, inicialmente con espadas al uso del modelo 1728 con ligeras modificaciones en cuanto a la guarnición que denotaban su uso por parte de los cuerpos palatinos, así como las inscripciones propias de la hoja.

Proyecto de Sable para Tropa de Caballería de los Escuadrones de la Guardia Real. Toledo 1902


A partir del Reglamento de 1814 y ya con la nueva denominación como Real Cuerpo de Guardias de la Persona del Rey, el armamento se fue adecuando a las nuevas modas y modelos, desde las grandes espadas del modelo 1825 usadas por los coraceros a sables de arquitectura curva del modelo del citado año, por no citar modelos franceses como el 1822, siendo común en todos ellos, la progresiva aparición de las armas de España en amplios medallones sobre las ramas de guarda.

Durante el inicio del siglo XX, El Cuerpo de Guardias Reales, no fue ajeno a los múltiples proyectos de mejora del armamento que, al igual que en la Caballería intentaron sentar plaza de pleno derecho. Así personajes de renombre como El Marqués de Puerto Seguro, o el Capitán de Artillería d. José Robert aportaron sus ideas con mayor o menor fortuna en cuanto a aceptación y resultados, siendo el presente ejemplar una prueba fehaciente de los mismos.


El ejemplar que ilustramos:

Se trata de un proyecto hasta ahora desconocido, -al menos para mí y cuanto investigador he consultado- 
Descubierto por casualidad al ver unas fotos que mi amigo  Javier I. Sanchís, nos mostró de unas espadas pertenecientes a su bisabuelo, d. Agustín Rovira Dorda, -a la sazón Coronel de la Guardia Real- rápidamente llamó la atención la presencia de un sable de formas familiares y a la vez desconocidas.

La guarnición al estilo de nuestro primitivo modelo prusiano de 1860 mostraba en su guarda un amplio medallón calado con las Armas de España grabadas en el mismo, mientras que la empuñadura anatómica compuesta por dos cachas de madera cuadrillada fijas mediante tornillos sobre la espiga plana y rematadas por un fuerte pomo de hierro atornillado, nos trasladaba de inmediato la imagen de los sables para Tropa de Institutos Montados del modelo 1895.

Éstos últimos cuya paternidad debemos al Capitán de Artillería d. José Robert como así quedó demostrado en los estudios del profesor d. Vicente Navarro y de los cuales nos hicimos eco en el capítulo correspondiente, presentaban una clara similitud en cuanto a las formas de la empuñadura con nuestro ejemplar a estudio.

Detalle de la empuñadura anatómica provista de dos cachas de madera cuadrillada sujetas por tornillos



Detalle de la similitud en la empuñadura del modelo
para Tropa de I.M. 1895




Detalle de las cachas de madera cuadrilladas atornilladas sobre la espiga plana de la hoja
y la poca contraguarda ofrecida por el diseño del proyecto


Detalle de la amplia contraguarda existente en el modelo
Prusiano de 1860



La empuñadura como se puede ver en las fotografías, está realizada para ofrecer la máxima comodidad de empuñe, y para ello fue dotada en su diseño de un amplio "gatillo" donde alojar el dedo índice de la mano diestra - se trata de un sable para diestros- que junto con el "almenado" del que está provisto el lomo al arranque de la virola, permitía una mayor precisión a la hora de dirigir la punta.

Volviendo nuevamente a la guarda, nos recuerda como dijimos el primitivo modelo Prusiano que no llegó a imponerse dado que cedió su lugar al 1860 de guarnición reformada, pero con las salvedades de presentar una contraguarda plana, cuya única defensa es una vuelta del material que junto con el galluelo ejercerían a modo de cazapuntas.



La hoja de nuestro protagonista no podía estar desacorde a la originalidad del ejemplar, con lo que nos encontramos con una hoja de arquitectura curva, de lomo plano al interior y filo corrido al exterior que se hace doble a dos mesas en la punta. Hasta aquí la similitud en formas y medidas con el modelo 1860 es patente salvo por el detalle de los dos canales paralelos que recorren la longitud de la misma desde la bigotera hasta el arranque de las dos mesas.
Este diseño, ampliamente conocido y documentado desde su origen francés (ver artículo las espadas de Ibiza) y cuyo único exponente en el armamento español de munición, es la Espada de Tropa de Caballería de Línea modelo del año 1815, es raro por no difícil de observar en hojas curvas, con lo que nuestra impresión es que para la fabricación de nuestro ejemplar, se usó la hoja modificada del 1860, que como vimos pervivía a finales del siglo XIX dada su calidad y robustez frente a otras contemporáneas de menor aceptación.


Detalle de la bigotera con la inscripción de la Fábrica de Artillería
de Toledo y el año de 1902 de fabricación


Para finalizar esta descripción, nos centraremos en la vaina metálica provista de una abrazadera y anilla escasa boquilla y batiente, acorde a la nueva moda imperante a finales del siglo XIX en que se suprimía la segunda abrazadera y anilla en la mayoría de los modelos de dotación.


Conclusiones:

Sin duda nos encontramos ante un ejemplar singular, que al igual que muchos otros proyectos no vieron -que sepamos- su adopción y regulación como armamento de munición de pleno derecho en virtud a las Reales Ordenes correspondientes. Su factura y medidas lo colocan como un diseño destinado para la Tropa y no la Oficialidad, y debido a los detalles de sus construcción me atrevería a atribuirle su paternidad al Capitán de Artillería d. José Robert Bordas al que debemos tantos grandes e importantes diseños, que la historia poco a poco va sacando a la luz para mayor gloria y conocimiento de su progenitor.

Ni que decir que cualquier dato o aclaración sobre el presente ejemplar será bien recibido y de agradecer.

Agradeciemientos.

Quiero expresar mi agradecimiento a mi amigo Javier I. Sanchís y su familia, en primer lugar por facilitarme las magníficas fotografías que ilustran el artículo, y en segundo lugar por permitirme dar a conocer un ejemplar que a ojos de la comunidad investigadora tiene mucho interés.




Proyecto de Sable para Tropa de Caballería de los Escuadrones de la Guardia Real. Toledo 1902



Longitud Total:  1020 mm
Longitud de la Hoja: 855 mm
Ancho de la Hoja:  29 mm
Grueso de la Hoja: 6 mm







Guardia Real de Alfonso XIII  / Augusto Ferrer Dalmau


Bibliografia:
-Armamento Portátil Español 1764-1939. B.Barceló Madrid 1976
-3 Siglos de Armamento Portátil en España. B. Barceló. Cala Millor 2002
-Los sables para institutos montados, institutos a pie y los sables Robert. J.L. Calvó Artículos. 2005
-Catálogo de la Exposición "Los Sables del Museo del Ejército" A. Bernalte / J.A González. Ministerio de Defensa. 2005
-Espada Sable Puerto Seguro La histórica verdad. V. Navarro Serra. Sabadell 2008
-Espadas de Montar y Sables de los Reales Guardias de Corps y del Real Cuerpo de Guardias de la Persona del Rey. Artículos varios / J. Luis Calvó/ 2006

Fotografías: Javier I. Sanchís Carlos-Roca